El impacto emocional de la DANA en la salud mental de las personas afectadas es profundo, generando secuelas como el estrés postraumático, la ansiedad y la depresión, que pueden persistir mucho después de que las aguas se calmen.

 

Cuando la vida cambia de un momento a otro, nos vemos obligados a enfrentar no solo los daños visibles, sino también las cicatrices emocionales que, aunque invisibles, pueden persistir y afectar cada aspecto de nuestro día a día. Las personas que han sufrido los efectos devastadores de la DANA en zonas como Valencia están lidiando con experiencias que muchos de nosotros apenas logramos imaginar: un entorno transformado en zona cero, el impacto de la muerte en cada rincón, la constante falta de recursos básicos y el miedo al desamparo. Esta es la realidad de quienes han sobrevivido a una catástrofe y hoy necesitan ayuda para superar sus miedos.

 

Las fobias que emergen tras una catástrofe.

El impacto emocional de una catástrofe como la DANA es profundo y puede desencadenar fobias y miedos que se vuelven difíciles de controlar. En muchos casos, se desarrollan respuestas de pánico ante estímulos aparentemente cotidianos, como el sonido de la lluvia o de una sirena. Algunas de las fobias más comunes que están surgiendo en las personas afectadas incluyen:

  1. Astrafobia o Brontofobia (Pánico a las tormentas): Después de vivir la experiencia de una DANA, la sola amenaza de lluvia puede desencadenar un miedo intenso y un deseo de huir o buscar protección, incluso cuando no hay peligro real. Esta fobia se manifiesta en hipervigilancia, ataques de pánico y, en algunos casos, síntomas físicos como taquicardia o sudoración excesiva.
  2. Claustrofobia (miedo a los espacios cerrados): El temor a quedar atrapados o incomunicados, como sucedió en muchos garajes y casas afectadas, deja a las personas con un miedo intenso a los espacios cerrados. En su mente, reviven la imposibilidad de escapar, de pedir ayuda o de respirar.
  3. Tanatofobia (miedo a perder a un ser querido): En momentos de catástrofe, el miedo de perder a un familiar o amigo puede tornarse en una obsesión. Este temor persistente se refleja en conductas de sobreprotección y control que buscan, inconscientemente, evitar una situación traumática similar.
  4. Autofobia (ansiedad ante la soledad): Tras una catástrofe, el miedo a estar solo o desprotegido puede intensificarse, especialmente para personas mayores. Esta fobia se manifiesta en pensamientos recurrentes de desamparo y en la percepción de vulnerabilidad.
  5. Rechazo a expresar emociones que puede llevar a padecer Alexitimia: Un fenómeno común entre los sobrevivientes es el miedo a expresar sus emociones. Muchos sienten la necesidad de ocultar su tristeza o dolor para evitar que otros en su entorno, quienes dependen emocionalmente de ellos, se vean afectados. Esto crea una carga emocional importante, ya que sienten que si se permiten llorar, no podrán sostener a su familia.

 

El papel de las empresas y la comunidad en el apoyo emocional.

Las personas afectadas por una catástrofe como la DANA no solo enfrentan la situación de supervivencia, sino que muchas de ellas intentan cumplir con sus responsabilidades laborales sin haber tenido tiempo para procesar el trauma. Este aspecto es crucial para que la comunidad y las empresas comprendan: el impacto psicológico de una catástrofe puede ser igual de devastador que el daño físico y puede manifestarse en síntomas como ansiedad extrema, tensión alta o un desgaste emocional que afecta tanto su salud como su desempeño.

Las empresas que apoyan a sus trabajadores en estos momentos de crisis contribuyen a crear un entorno de empatía y seguridad emocional, lo que ayuda a que las personas afectadas se sientan respaldadas y valoradas. Este apoyo también tiene efectos positivos para la organización en su conjunto, ya que cuando las personas reciben la ayuda que necesitan para superar una situación crítica, su bienestar repercute directamente en su compromiso y en la estabilidad emocional de los equipos. Al cuidar el estado emocional sus trabajadores, las empresas no solo benefician a quienes necesitan apoyo, sino también a la sostenibilidad y a los resultados de la organización, generando un entorno donde el crecimiento profesional y el crecimiento personal pueden coexistir.

 

Escuchar: el primer paso para sanar.

Como voluntaria, estoy escuchando historias de mujeres valientes que, en medio de esta catástrofe, encuentran el coraje para compartir sus miedos y angustias. Una de ellas, por ejemplo, no podía dormir ni siquiera con medicación, y su tensión arterial había llegado a 25/17. A través de sesiones de escucha activa y técnicas de gestión del estrés, en apenas una semana y media logramos estabilizar su presión arterial, pero más importante aún, conseguimos que recuperara algo de paz y confianza.

Este proceso de apoyo emocional es esencial, porque muchas de estas personas no tienen con quién desahogarse. No solo necesitan herramientas para reducir su ansiedad, sino también espacios seguros donde puedan hablar sin sentirse juzgadas o como una carga. El solo hecho de ser escuchadas y comprendidas en sus experiencias puede representar un cambio enorme en su camino hacia la superación.

 

Cómo avanzar hacia la recuperación emocional.

Para superar el estrés postraumático y la ansiedad tras la catástrofe de la DANA, es esencial recibir apoyo psicológico y/o terapéutico que ayude a restaurar el bienestar emocional de las víctimas.

Muchas mujeres con las que he hablado durante estos días no son conscientes del tiempo necesario para reconstruir no solo los lugares afectados, sino también su propio equilibrio emocional tras los impactos visuales y sensoriales que han experimentado. Lidiar con la devastación y los recuerdos de la catástrofe puede ser abrumador. En su impulso por ayudar, algunas intentan estar disponibles casi las 24 horas, lo que las deja emocional y físicamente agotadas. Este proceso de apoyo es importante, pero también lo es descansar, priorizar el propio bienestar y aprender a gestionar el estrés.

A medida que escucho sus relatos, confirmo la importancia de trabajar, además, en la reconstrucción de su autoestima y en el reconocimiento de su valor. Algunas técnicas que comparto para empezar a sanar son:

  1. Respiración profunda y pausada: Este ejercicio sencillo y efectivo ayuda a calmar el sistema nervioso. Dedica unos minutos al día para respirar profundamente, inhalando por la nariz durante cuatro segundos, reteniendo el aire por otros cuatro y exhalando lentamente. Este tipo de respiración puede aliviar la ansiedad al reducir la frecuencia cardíaca y promover la calma.
  2. Ejercicio de grounding o “anclaje”: Este ejercicio se centra en la técnica de los cinco sentidos para ayudar a volver al presente. Observa y nombra cinco cosas que puedas ver, cuatro que puedas tocar, tres que puedas oír, dos que puedas oler y una que puedas saborear. Esta técnica es especialmente útil en momentos de alta ansiedad o cuando los pensamientos se vuelven abrumadores.
  3. Liberación emocional mediante la escritura: Dedica 10-15 minutos diarios a escribir tus emociones y pensamientos en un diario sin preocuparte por la forma o el contenido. La escritura permite liberar tensiones y clarificar emociones que pueden estar afectando la salud mental.
  4. Ejercicio de “soltar la carga”: Imagina que tienes una mochila en la espalda, llena de las preocupaciones y responsabilidades actuales. Visualiza que, uno por uno, vas quitando cada “peso” de la mochila, como el miedo, la culpa o el agotamiento, y lo dejas a un lado. Este ejercicio ayuda a reducir la sensación de “carga” mental y a recuperar la ligereza.
  5. Establecimiento de límites: Muchas personas afectadas sienten la necesidad de ayudar constantemente. Es importante aprender a decir “no” o a delegar algunas responsabilidades. Establecer límites de tiempo y descanso permite recargar energías y abordar la situación de una manera más sostenible.
  6. Meditación guiada para la aceptación: Dedica unos minutos a escuchar una meditación guiada que se centre en la aceptación de emociones y circunstancias. Este tipo de meditación ayuda a aceptar los sentimientos de tristeza o frustración sin juzgarlos, promoviendo la compasión hacia uno mismo.
  7. Movimiento consciente: Ejercicios suaves como el yoga o estiramientos pueden ser beneficiosos. Movilizar el cuerpo ayuda a liberar tensiones acumuladas y promueve una conexión mente-cuerpo que contribuye al bienestar emocional.

Recuerda que la recuperación emocional tras una catástrofe es un proceso que requiere tiempo y cuidado personal. Priorizar tu bienestar no significa dejar de ayudar, sino estar en mejores condiciones para hacerlo.

A medida que vamos avanzando, dependiendo de cada situación y persona, profundizamos en:

  • Técnicas de reprogramación mental: que permiten afrontar los miedos recurrentes.
  • Empoderamiento emocional: para que las personas puedan reconocerse como agentes activos en su proceso de sanación.

 

Una invitación a superar el miedo.

Es mi deseo que quienes han pasado por esta catástrofe encuentren el apoyo y la ayuda que necesitan para reconstruir no solo su entorno, sino también su bienestar emocional. Si estás en un momento de desamparo o conoces a alguien que esté viviendo una situación similar, no estás sola. Hay recursos y personas dispuestas a acompañarte en el proceso de sanar y superar.

Para las mujeres que lo necesiten, he decidido ofrecer mis servicios de acompañamiento emocional y gestión de fobias de forma voluntaria. Escribe un comentario en este artículo o envíame un correo a mar@azoika.coach para conocer más detalles sobre este servicio y empezar juntas un camino hacia la sanación.

Además, te invito a leer este artículo donde comparto vivencias de la comunidad gratuita Soy Libélula. Es un espacio seguro y de apoyo donde mujeres como tú se acompañan y fortalecen en sus procesos. Aquí podrás conectar, compartir y avanzar con quienes comprenden tus vivencias y retos. No estás sola en este camino; en Soy Libélula, juntas encontramos el poder de la transformación. 💪✨

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